“Las tradiciones sobre el manejo de los materiales sobrevivieron durante algún tiempo,
pero se transmitían en términos de <<cómo>>, sin investigar sobre el <<por qué>>,
y pronto degeneraron hasta convertirse en reglas fijas. Para finales del siglo XIX
pocos pintores conocían verdaderamente su oficio». (1)
Ralph Mayer


Parece existir un consenso entre los estudiosos de los materiales sobre éste “olvido” de las
técnicas de los antiguos maestros u omisión por parte de los artistas que han provocado manejos
inadecuados de sus materiales y técnicas, lo que ha provocado la pronta destrucción o
modificación de los acabados en sus obras, sobre ello J. Bontcé nos dice: “todo el arte del siglo XIX
es la más lamentable muestra de una triste decadencia de los métodos tradicionales… Los pintores
se preocuparon tan solo del valor expresivo e ignoraron u olvidaron toda regla técnica. La
revolución impresionista dio el último golpe a la tradición» (2). Sin embargo, durante toda la historia
del arte han existido personas interesadas en mantener o re-descubrir éstos métodos de los
antiguos maestros, tal es el caso de Renoir en el impresionismo, quien no solo deseaba encontrar
las técnicas utilizadas por sus predecesores, sino también gustaba de preguntarse sobre
cuestiones más filosóficas en relación con el llevar a cabo del arte mismo y su representación.
Los artistas que se preocupan -y sobre todo se ocupan- por la perdurabilidad de su obra (cuestión
que, en mi opinión, no limita las posibilidades de la expresividad) miran al pasado y observan en
las antiguas obras aquellos materiales que han permanecido con una menor alteración. Hoy existe
una mayor información en rededor de estas temáticas y los avances científicos nos proporcionan
aún mayores certezas sobre estas cuestiones y nos brindan mayor luz sobre las preocupaciones de
los antiguos maestros y sus técnicas, así, por ejemplo, Mercedes Cela, quien realiza un estudio
sobre materiales pictóricos en el arte rupestre nos dice:

“Desde el paleolítico los artistas prehistóricos sabían que un pigmento muy finamente dividido tenía una
gran capacidad de recubrimiento en el panel rocoso, potenciando su adherencia y, por tanto, la garantía de

su permanencia a lo largo del tiempo”. (3)

Sus estudios comprueban, además, los materiales utilizados por estos artistas, como lo son los
óxidos de hierro (ocres), el carbón (tanto vegetal como de hueso), el grafito, entre otros, cuya
permanencia puede darse por sentada, para el artista, al haber perdurado durante tantos periodos
de la historia de la humanidad; pigmentos y materiales que hoy mismo tenemos al alcance de la
mano y conocemos como sienas, tierras, negros de hueso y humo, carboncillos y grafito.

El conocimiento de nuestros materiales, por otra parte, no solo nos abre un camino hacia una
mayor permanencia de nuestras obras, sino también nos abre mayores posibilidades para el
desarrollo de nuestro propio lenguaje artístico.

Fernando Cid
3-11-022

Bibliografía:

1. Ralph Mayer, Materiales y técnicas del arte, Hermann Blume Ediciones, Madrid

2. J; Bontcé, Técnicas y secretos de la pintura, Barcelona

3. Mercedes Iriarte, Estudio de materiales pictóricos de arte rupestre en Europa,

África, América y Asia mediante microespectroscopía
Raman, tesis, UNED


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *